BIENVENIDO A LA PÁGINA OFICIAL DE LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA Dr. JOSÉ ANTONIO ENCINAS FRANCO DE TACNA

sábado, 30 de septiembre de 2017

EVITA LA LECHE POR LA SEGURIDAD DE TU SALUD.

Las industrias lácteas americanas han gastado ríos de dinero para convencer al público en general que la leche es un alimento necesario para nuestra salud, pero lo que no nos han dicho es que para los adultos el consumo de leche animal puede estimular a que padezcamos las siguientes enfermedades:
  • Enfermedades coronarias
  • Obesidad
  • Diabetes
  • Cáncer de mama, próstata y colon
  • Enfermedades autoinmunes
  • Osteoporosis
  • Enfermedades de la retina y de riñón
  • Diabetes tipo 1 con predisposición genética
Por esta razón, este alimento debería ser evitado para que no tuviese ningún perjuicio en tu organismo. La leche, principalmente la de vaca, es La que más alergias da en la población común.
Pero cuando no consumes leche de vaca porque seas alérgico o tengas intolerancia a la lactosa, también debes de guardar cuidado. El problema de la intolerancia a la lactosa es que la leche provoca hinchazón intestinal.
Clínicamente esta leche, está ligada a un montón de problemas, tales como las enfermedades de la piel, la sinusitis, las jaquecas y los dolores en las articulaciones. En realidad la leche es mucho más que una bebida ahí donde la vemos.
La leche es un fenómeno más bien cultural e industrial pasivo, que ha de ser analizado a lo largo de la historia de las civilizaciones.
El mito de que la leche es buena se extendió por todo el mundo, basado en la creencia de que es alta en proteínas y en calcio, de manera que es esencial para la salud, especialmente la de los huesos.
Sin embargo los estudios muestran que no sólo el consumo de leche daña a los huesos sino que su consumo tiene más efectos adversos que beneficios.
Sorprendentemente, sólo el cuerpo humano no es capaz de absorber el calcio que hay en la leche de vaca (especialmente la pasteurizada), sino que la leche de vaca aumenta la pérdida de calcio en los huesos ¿no es irónico?
Como todas las proteínas de origen animal, la leche aumenta la acidez del pH del cuerpo humano, lo que a su vez desencadena en una corrección biológica natural. El mismo calcio que nuestros huesos necesitan para mantenerse fuertes va a ser utilizado para neutralizar la acidez que provoca la ingesta de leche.
Sabiendo todo esto entendemos finalmente el por qué países que consumen menos cantidad de leche, son aquellos que menos fracturas óseas tienen en su población. Como vemos algo totalmente distinto a lo que las industrias lecheras nos hacen creer.

Y es que, como hemos afirmamos en esta ocasión, La leche de vaca es para los terneros, no para los humanos.

viernes, 22 de septiembre de 2017

¿POR QUÉ NOS ENAMORAMOS?... EXPLICACIÓN CIENTÍFICA.

Albert Einstein dijo una vez que explicar lo que sentimos por esa persona especial bajo los términos estrictos de la química del amor es restarle magia al asunto. Sin embargo, lo queramos o no, hay procesos como la atracción o la pasión más obsesiva donde la neuroquímica delimita por sí misma un fascinante y complejísimo territorio que define también parte de lo que somos.
El amor, desde un punto de vista romántico o filosófico es algo de lo que poetas y escritores nos hablan a diario. A todos nos encanta sumergirnos en estos universos literarios donde se idealiza un sentimiento que a veces, todo hay que decirlo, da forma a más misterios que certezas. Sin embargo, del enamoramiento -como tal y desde un punto de vista biológico- son los neurólogos quienes pueden darnos datos más precisos; menos evocadores eso sí, pero objetivos y reales al fin y al cabo.

“El encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman”
CG Jung

Asimismo, también los antropólogos nos ofrecen una interesante perspectiva que encaja muy bien con la química del amor que conocemos a través de la neurociencia. De hecho, si algo ha cautivado desde siempre a esta área del saber ha sido la idea de conseguir identificar los procesos que subyacen en esas parejas que crean vínculos duraderos y que son capaces de construir un compromiso estable y feliz.
Los antropólogos nos explican que la humanidad parece hacer uso de tres “tendencias” cerebrales distintas. La primera es aquella donde el impulso sexual guía gran parte de nuestras conductas. El segundo hace referencia al “amor romántico”, ahí donde se generan relaciones de dependencia y de un alto coste emocional y personal. El tercer enfoque es el que conforma el apego saludable, ahí donde la pareja construye una complicidad significativa de la que ambos miembros se benefician.
Ahora bien, más allá de entender qué garantiza la estabilidad y la felicidad en una pareja, hay un aspecto que a todos nos interesa. Hablamos del enamoramiento, hablamos de la química del amor, de ese proceso extraño, intenso y desconcertante que a veces nos hace poner la mirada, la mente y el corazón en la persona menos adecuada. O por el contrario, en la más acertada, en la definitiva…
La química del amor y sus ingredientes
Es muy posible que más de uno de nuestros lectores piense que el enamoramiento se explica únicamente desde un punto de vista neuroquímico. Que la atracción sea el resultado de una fórmula cuyas variables se ajusten a esa química del amor y a los neurotrasmisores que median en este proceso. Ahí donde nuestro caprichoso cerebroorquesta a su antojo dicha magia, dicho deseo y obsesión…
No es así. Cada uno de nosotros tenemos una preferencias determinadas, muy profundas, idiosincráticas y a veces hasta inconscientes. Asimismo, existe una evidencia clara de que solemos enamorarnos de personas con características similares a a las nuestras: grado de inteligencia similar, sentido del humor parecido, mismo valores…
Sin embargo, hay algo llamativo a la vez fascinante en todo ello. Podemos estar en un aula con 30 personas con características similares a las nuestras, gustos afines y valores semejantes y jamás nos enamoraremos de todas ellas. Decía el poeta y filósofo indio Kabir que el camino del amor es estrecho y que en el corazón solo hay espacio para una sola persona. Entonces… ¿qué más factores propician semejante hechizo y en eso que entendemos como química del amor?
“Dopamina, norepinefrina, serotonina… Somos una fábrica de drogas naturales cuando nos enamoramos”
-Helen Fisher-
El aroma de los genes
Intangible, invisible e imperceptible. Si decimos en este mismo momento que nuestros genes dan lugar a un olor particular capaz de despertar la atracción entre unas personas y no en otras, es muy posible que más de uno alce una de sus cejas en una mueca de sutil escepticismo.
Sin embargo, más que los genes, el que desprende un olor particular -del que no somos conscientes, pero que guía nuestra conducta de atracción- es nuestro sistema inmunitario, y en concreto las proteínas MHC.
Esta proteínas tienen una función muy concreta en nuestro organismo: desencadenan la función defensiva.
Se sabe por ejemplo que las mujeres se sienten inconscientemente más atraídas por hombres con un sistema inmunitario diferente al suyo. Es el el olor quien las guía en este proceso, y si prefieren perfiles genéticos diferentes al propio es por una razón muy simple: la descendencia con esa pareja daría paso a un niño con una carga genética más variada.
La dopamina: me siento bien contigo, “necesito” estar a tu lado y no sé por qué
Podemos tener ante nosotros a una persona extremadamente atractiva, y sin embargo hay algo que falla. No nos hace sentir bien, la conversación no fluye, no hay sintonía, ni comodidad ni ningún tipo de conexión. Muchos no dudarían en decir aquello de que “no hay química”, y decirlo no caerían en ningún error.
- La química del amor es auténtica y lo es por una razón muy simple: cada emoción está impulsada por un neurotransmisor concreto, un componente químico que el cerebro liberará en base a una determinada serie de estímulos y factores más o menos conscientes.
- La dopamina, por ejemplo, ese componente biológico que nos “enciende”. Es una sustancia química relacionada esencialmente con el placer y la euforia. Hay personas que se convierten de pronto en el objeto de todas nuestras motivaciones casi de forma instintiva. Estar con ellas nos genera un placer indiscutible, un bienestar sensacional y una atracción a veces ciega.
- La dopamina, a su vez, es ese neurotransmisor que también cumple el papel de hormona y que se asocia con un sistema de recompensa muy potente, hasta el punto de tener en nuestro cerebro hasta 5 tipos de receptores.
Asimismo, algo que todos hemos experimentado alguna vez es esa necesidad persistente por estar junto a una persona en concreto y no con otra. El enamoramiento nos hace selectivos y es la dopamina la que nos obliga a focalizar “todo nuestro mundo” sobre ese alguien en particular, hasta el punto de “obsesionarnos”.
Norepinefrina: a tu lado todo es más intenso
Sabemos que una persona nos atrae porque nos produce una montaña rusa de sensaciones caóticas, intensas, contradictorias y a veces hasta incontrolables. Nos sudan las manos, comemos menos, dormimos a penas unas horas o ninguna, pensamos con menos claridad. Así, casi sin darnos cuenta, nos vemos a nosotros mismos convertidos en un pequeño satélite orbitando alrededor de un solo pensamiento: la figura de la persona amada.
- ¿Hemos perdido la razón? En absoluto. Estamos bajo el control de la norepinefrina, la cual, estimula la producción de adrenalina. Es ella la que hace que nuestro corazón se acelere, que nos suden las palmas de la manos y que se activen al máximo todas nuestras neuronas noradrenérgicas.
- El sistema de la noradrenalina tiene poco más 1500 neuronas en cada lado del cerebro, no es mucho, pero cuando se activan  se “desboca” por así decirlo, una sensación desbordante de alegría, de efusividad, de nerviosismo desmedido, hasta el punto de desactivar por ejemplo la sensación de hambre o la inducción del sueño.
Cariño, me disparas la  “feniletilamina”
Cuando estamos enamorados hay un compuesto orgánico que nos domina por completo: la feniletilamina. Tal y como la propia palabra ya nos indica, estamos ante un elemento que comparte muchas similitudes con las anfetaminas y que combinada a su vez con la dopamina y la serotonina, sintetiza la receta perfecta para un amor de película.
- Como dato curioso te diremos que si hay un alimento famoso por contener feniletilamina, es el chocolate. No obstante, su concentración no es tan elevada como en el queso. De hecho, la feniletilamina del chocolate se metaboliza muy rápido en comparación la de algunos lácteos.
- Ahora bien, si nos preguntamos sobre el papel exacto de este compuesto orgánico te diremos que es sencillamente asombroso. Es como un dispositivo biológico que busca “intensificar” todas nuestras emociones.

La feniletilamina es como el azúcar en una bebida o el barniz que colocamos en un lienzo: todo lo vuelve más intenso. Es ella quien intensifica la acción de la dopamina y la serotonina, ella quien constituye la auténtica química del amor para hacernos sentir felices, realizados e increíblemente motivados…

jueves, 21 de septiembre de 2017

LA EDUCACIÓN NO ES LA MATERIA PRIMA DE LA MANO DE OBRA.

Una educación práctica: ¿Por qué los grados en humanidades hacen grandes empleados?, tiende a aceptar que el empleo remunerado es el principal objetivo de la educación.
Como especialista en el filósofo y educador del siglo XX John Dewey, ha estado observando estos debates con interés. Dewey hizo, posiblemente, las contribuciones más significativas del siglo pasado al desarrollo del pensamiento educativo. Entre otras cosas, criticó influyentemente la educación concebida como “mera preparación para la vida posterior“.
Recordar a Dewey plantea preguntas pertinentes sobre la misión fundamental de la educación hoy en día. ¿Es el objetivo principal de la educación proporcionar un yugo acolchado para la población activa preexistente en el estado? ¿O es, en conjunto, mejorar nuestras vidas?
El propósito de la educación
En el siglo XIX, la defensora de los derechos de las mujeres Margaret Fuller criticó la práctica de educar a las niñas solo para ser esposas y madres. “Un ser de alcance infinito”, escribió, “no debe tratarse con una visión exclusiva para relación alguna. Dé al alma el curso libre … y el ser será apto para cualquiera y cada una de las relaciones para las que pueda ser llamado “.
En mi opinión, la política educativa en los Estados Unidos hoy en día es de una manera tangible tan restrictiva como la que criticó Fuller hace más de 150 años. Para muchos, la misión de primaria, secundaria y de la educación superior es, en palabras tristemente famosas del gobernador de Wisconsin Scott Walker, “desarrollar los recursos humanos que satisfagan las necesidades de población activa del estado“.
Sea lo que sea que uno pueda pensar en la política de Walker, su perspectiva general no es extraña. Tipifica la opinión de que la educación es principalmente una manera de alimentar a la industria con mano de obra cualificada, y está en tensión con el objetivo de preparar a los estudiantes “para cualquiera y cada una de las relaciones para las que pueda[n] ser llamado[s]”.
En lugar de educar a personas completas para el crecimiento a lo largo de toda la vida, este “modelo industrial” trata la educación tan solo como otro sector de la economía. Desde este punto de vista, el trabajo de la educación es fabricar mano de obra cualificada, y se espera que lo haga de una manera que sea lo más eficiente posible. El conocimiento es visto como una mercancía, los maestros y profesores son vehículos de entrega de contenido y los estudiantes son ya consumidores ya productos manufacturados.
Educan a las niñas sólo para ser madres y esposas
Las instituciones educativas que siguen el modelo industrial son vistas como mercados en los que adquirir y entregar contenido. Y cuando hay matrícula de por medio, ésta es simplemente el precio justo para acceder a ese contenido.
¿Qué pierde la sociedad?
Cuando se describe de esta manera, parece un enfoque frío e inhumano de la educación. Sin embargo, los dos principales partidos políticos estadounidenses parecen haber adoptado el modelo industrial. Los partidos pueden estar en desacuerdo sustancial sobre los detalles de cómo proporcionar la educación, pero los valores no económicos no merecen su atención demasiado a menudo.
Afirmo que algo se pierde cuando tratamos la educación como nada más que un sector de la economía industrial.
Es cierto que muchos objetivos específicos de la educación están, y deben estar, definidos por nuestra infraestructura económica, como la demanda de un énfasis curricular,  eso no significa que nuestro objetivo educativo primordial debe centrarse en esto. Capacitar a los estudiantes exclusivamente para ajustarse a las especificaciones existentes no sólo ahoga la imaginación y la innovación, sino que también dirige a los estudiantes por los mismos canales que están implicados en nuestros problemas sociales, económicos, ambientales y geopolíticos. Creo que esto sacrifica nuestra mejor esperanza de hacer las cosas mejor.
Y así llegamos a John Dewey. De niño, realizaba tareas habitualmente en la granja de su abuelo en las afueras de Vermont. Posteriormente, lamentaría que esos productivos suplementos ocupacionales a la educación formal estuvieran eclipsados casi completamente por la urbanización y la mecanización. Buscó maneras de llevar la vida diaria al aula para que la educación pudiera hablar a la vida.
Pero hay que hacer una distinción importante. En un enfoque, puedes infundir educación con contenido que hable de salidas potenciales – la llamada “vida real”. Por otro lado, podrías permitir que la infraestructura económica existente sea la única fuerza impulsora tras la práctica educativa. Esto último, en palabras de Dewey, convierte a estudiantes y profesores en “instrumento [s] en la realización del dogma feudal de la predestinación social”.
El primero es lo que la mayoría de los educadores esperan: estudiantes que se convierten en participantes en la redirección inteligente de la sociedad.
Culturas de imaginación, crecimiento y realización
No sólo el modelo industrial de educación debilita la acción social inteligente, sino que también sacrifica el enriquecimiento personal.
Una institución educativa es capaz de capacitar a más estudiantes con menos maestros o peor pagados, igual que un sector industrial puede producir más ropa, automóviles o proteína animal para satisfacer las demandas del mercado con menores costos generales. Estos productos se pueden comprar a un precio relativamente bajo y se utilizan para, o se ponen a trabajar para producir, más cosas.
¿Pero qué otra cosa producimos involuntariamente cuando la educación (o la industria, para el caso) se hace “eficiente” de esta manera? Por ejemplo, ¿hacemos que las vidas sean más pobres? ¿En palabras de Dewey, hacemos la vida más “congestionada, apresurada, confusa y extravagante“?
Tal y como se ve a través de una estrecha lente utilitario-industrial, simplemente no está claro cómo la educación podría abordar el crecimiento personal, la comunidad y la calidad de vida. Si no se aborda, creo que corremos el riesgo de marginar estos aspectos del enriquecimiento individual.
Democracia y educación

Las escuelas son nuestros principales medios culturales para educar a ciudadanos libres que puedan participar de manera inteligente y creativa en este esfuerzo. La educación es cómo invertimos en el futuro de nuestra democracia.
Bajo las condiciones económicas y sociales de hoy, ¿qué significa si la “educación para la mano de obra del estado” es la principal misión de las escuelas? ¿Sacrifica la calidad de la vida presente de un estudiante en aras de un bien prometido? ¿Apoya un sistema de privilegios estático, un consumo frenético e insostenible y una eficiencia que amortece?


Dewey argumentó, en oposición, que todos deberían tener la oportunidad de una educación reflexiva críticamente y rica en ocupaciones que enfatice el crecimiento, el desarrollo emocional, el compromiso imaginativo, la vitalidad estética, la responsabilidad social y el cuidado. Desde primaria y secundaria a la universidad, esta educación puede ayudar a establecer las condiciones para el enriquecimiento personal, la investigación crítica y la participación democrática
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"POEMA 20" de PABLO NERUDA


Puedo escribir los versos más tristes
esta noche